Viviendo la vida al máximo
A pesar de haber sufrido una caída devastadora de un caballo que lo dejó cuadripléjico, Bastian ‘Basti’ Fernandez está decidido a superar los desafíos que enfrenta y seguir viviendo su vida al máximo. Si bien ha logrado avances increíbles en su camino hacia la recuperación, todavía necesita apoyo financiero fundamental para poder adaptarse a su nueva vida en Suiza.El 11 de agosto de 2017, la vida del petisero argentino Bastian ‘Basti’ Fernandez cambió de forma repentina y drástica. Mientras trabajaba para el Legacy Polo Club en Suiza, sufrió una caída trágica de un caballo, lo que le causó una lesión grave en la quinta vértebra cervical. Fue trasladado en helicóptero directamente al Hospital Universitario de Zúrich, donde fue operado esa misma noche. Una semana después fue transferido al Centro de Parapléjicos en Nottwil, donde se le diagnosticó cuadriplejia, afectando sus cuatro extremidades (brazos y piernas). Como Basti no puede vivir únicamente de la pensión de su seguro por accidente, el Legacy Polo Club y Philipp Müller crearon el Bastifund para recaudar fondos que ayuden a cubrir los costos de su vida diaria y de las medidas de rehabilitación — un apoyo financiero que sigue siendo esencial para su día a día. Ocho años después del accidente, Basti vive con su madre Carolina en Suiza. Las donaciones contribuyeron de manera decisiva a sus progresos. Además, un coche adaptado le proporciona mayor movilidad en su vida cotidiana.
“Siempre miro hacia adelante y trato de mejorar y ser lo más independiente posible”, dice Basti. “Tener mi propio coche ha sido uno de mis mayores logros de los últimos tiempos", dice Basti. "Me ha hecho muy feliz y orgulloso. Me hizo muy feliz y orgulloso de mí mismo. Me gusta manejar en Suiza porque es muy eficiente, fácil y solo hay que seguir las reglas. Lo más difícil para mí fue acostumbrarme a esta nueva forma de manejar, usando las dos manos. Siempre doy el ejemplo de que es como usar el joystick de un videojuego. Por suerte jugué mucho cuando era chico, y eso me ayudó a poder manejar hoy.”
Poder manejar su propio auto también le permitió a Basti viajar con mayor facilidad hacia y desde su trabajo, ubicado a 45 minutos, en un estudio fotográfico dentro del Centro de Parapléjicos en Nottwil — la misma clínica donde realizó su rehabilitación —, donde trabaja desde hace tres años, habiendo empezado como pasante. Su tarea principal consiste en editar fotos y videos en la oficina, un trabajo que con el tiempo ha llegado a disfrutar muchísimo. Después de su rehabilitación tras el accidente, Basti pasó seis meses viviendo en una casa que le fue proporcionada en Suiza, antes de regresar a la clínica para participar en el programa ‘Parawork’, que ayuda a las personas a reinsertarse en la vida cotidiana, el trabajo o los estudios, según la situación de cada uno. Durante sus dos años en el programa, aprendió alemán y tuvo la oportunidad de iniciarse en la edición de fotos y videos con los programas de Adobe.
Basti también recibe acompañamiento psicológico y asesoramiento de vida por parte de trabajadores sociales especializados de la Asociación Suiza de Parapléjicos (SPV), quienes están capacitados especialmente para escuchar, orientar y brindar respuestas a personas que atraviesan lesiones que transforman radicalmente su vida.
Si bien hoy Basti está bien asentado y prosperando en su nueva vida en Suiza, él y su mamá suelen volver todos los años a la Argentina, su país de origen, para pasar las Fiestas — alrededor de un mes entre Navidad y Año Nuevo. Este viaje no sería posible sin los fondos donados al Bastifund, que cubren los costos de la asistencia que necesita. Viajar a la Argentina es complejo y costoso, especialmente porque Basti requiere ayuda del personal del aeropuerto para manejarse con su silla. En Argentina y en España todavía no existe la misma conciencia ni preparación para asistir eficazmente a personas con discapacidades como en Suiza, donde puede subir solo al tren y todo está muy bien adaptado.
Basti es originario de un pequeño pueblo rural llamado Lobos, en la provincia de Buenos Aires, a 100 kilómetros de la capital. Naturalmente, hay muchas cosas que extraña de la vida argentina, como la espontaneidad de juntarse con amigos a tomar mate o hacer un asado. Por suerte, tiene una gran red de amistades y muchos de sus amigos argentinos ya han viajado a visitarlo en Suiza.
“De mi grupo principal de amigos del colegio, somos unos 14, y de esos 14, entre 8 y 10 ya vinieron a visitarme”, cuenta Basti. “El año pasado tuve un casamiento en Argentina y viajé acompañado por Matías Delgado, un amigo de España que fue futbolista, y él me ayudó durante todo el viaje. Después, volví a Suiza desde Argentina con mi amigo Marcos, y se quedó conmigo durante tres semanas. Paseamos por la zona de Nottwil y luego fuimos a Barcelona y Milán.
Tuve que readaptarme a todo, pero tengo la suerte de contar con mi familia y amigos, que siempre me ayudan y ya saben cómo moverme y asistirme con la silla. Son prácticamente todos enfermeros — eso me facilitó muchísimo las cosas cuando viajo. Incluso saben cómo ayudarme a bañarme y vestirme, etc. Son muy solidarios — como decimos en Argentina: están hechos de hierro.”
Durante la temporada de polo, que en Suiza comienza en abril, Basti suele ir los domingos al Polo Park Zurich para ver los partidos. “Me gusta estar cerca de los caballos”, dice. “También me gusta el deporte en general, y disfruto ver a otros argentinos en el club. A veces hay gente del mismo pueblo que yo, y cuando vienen en temporada me siento como si estuviera de vuelta en Argentina. Sigo muy conectado con el polo, y si viajo a España de vacaciones también voy a ver partidos en SotoGrande. Todavía me encanta estar vinculado al mundo del polo.”
Aceptar un hecho que cambia por completo la vida puede ser increíblemente difícil, pero Basti afronta su nueva realidad con una admirable actitud pragmática, creyendo incluso que el destino pudo haber jugado un papel en lo que le sucedió. Las donaciones al Bastifund lo ayudan a cumplir y sostener sus sueños y aspiraciones para el futuro, como por ejemplo, convertirse algún día en padre.
“No sé por qué, pero sentí que esto me tenía que pasar a mí, y no a otro miembro de mi familia ni a ninguno de mis amigos”, reflexiona. “Creo en el destino, pero lo que me pasó fue totalmente inesperado. Es como empezar desde cero, tuve que reconstruir toda mi vida, porque el accidente me cambió de cero a cien. Siempre dije que jamás iba a trabajar en una oficina, ¡y ahora trabajo en una oficina, por ejemplo! Hoy lo disfruto, pero después del accidente tuve que aceptar lo que me pasó y cambiar mi mentalidad para poder adaptarme. Hoy creo que todo es posible, y mi sueño es formar una familia propia.”
Mudarse a Suiza no fue solo un cambio enorme para Basti, sino también para su madre, Carolina, quien dejó Argentina inmediatamente para acompañar a su hijo, sin casi tiempo para procesar todo lo que implicaba esa transición.
“Nunca me dio miedo salir de mi zona de confort, aunque llegué acá sin saber hablar el idioma, eso no me asustaba”, cuenta. “Fue un ‘veamos qué pasa...’ Tuve que empezar desde cero: tiré algo de ropa en una valija y llegué con muy poco, sin estar preparada para el clima. Algunas personas muy amables se dieron cuenta de que estábamos acá y nos compraron ropa, y así fue como comenzamos. Estamos muy agradecidos con quienes nos ayudaron al principio. También tuvimos amigos argentinos que estaban viajando por Europa y desviaron su camino solo para venir a vernos a Suiza — gente que de otra forma jamás habría venido. Solo vinieron a ver cómo estábamos y si necesitábamos algo.”
Lo que dejé atrás ya no tiene valor para mí. Sí, hay algunos recuerdos, como los álbumes de fotos que tuve que dejar en la casa y que nunca tuve oportunidad de llevarme. Pero no me duele. Sé que tengo que estar acá, este es mi lugar ahora.” Para Carolina, hay muchos aspectos positivos de vivir en Suiza. Le encanta la organización del país y cómo le enseñó a tener paciencia — algo que muchas veces cuesta en la cultura argentina. La estabilidad económica también le da mucha tranquilidad.
“Unos cuatro meses después de mi accidente, cuando todavía estaba en rehabilitación, en la clínica nos preguntaron si queríamos quedarnos en Suiza, y que si era así, ellos nos ayudarían a encontrar una casa. Sabiendo que Suiza es muy organizada, que todo funciona a horario y que está mucho más adaptada para personas con discapacidad, decidimos probar quedarnos en lugar de volver a Argentina. Y no nos arrepentimos”, explica Basti.
“Lo más difícil para mí fue volver a entender mi cuerpo y aceptar la ayuda de otra persona. Me tomó casi dos años aceptar que así son las cosas ahora, y en ese momento me di cuenta de que tenía que cambiar mi mentalidad. Me costaba dejarme ayudar, porque siempre había hecho prácticamente todo solo. Pero ahora todo se fue acomodando.
Mirar hacia atrás y ver hasta dónde llegamos ya me da fuerzas para seguir. Me hace dar cuenta de todo lo que se puede lograr y lo que todavía puedo hacer en el futuro, porque gracias a las donaciones y al apoyo económico del Bastifund logré cosas que antes creía imposibles. Por ejemplo, tener mi propio auto y manejar solo, o viajar a Argentina en avión, me parecían pasos enormes — y hoy ya los logré, y eso me fortaleció muchísimo.
Estoy muy agradecido con todas las personas que me ayudaron y siguen acompañándome.”
